El carnaval es una de las festividades más importantes en Bolivia, pero también es, lamentablemente, donde se registran cada año cifras muy preocupantes de violencia contra las mujeres, una realidad que quieren cambiar las organizaciones Pro Mujer y ONU Mujeres por medio de la campaña #SinMáscarasSinViolencia.
Solo en 2023 se registraron 315 denuncias de delitos de violencia contra las mujeres y niños, incluidos dos feminicidios, durante los cuatro días del carnaval, unos datos que han puesto en alerta a las organizaciones de la sociedad civil, quienes buscan cambiar ese panorama por medio de la sensibilización y capacitación a quienes forman parte de esta celebración y también a las personas que asisten a los desfiles y eventos que se organizan a propósito de estas fiestas.
«Los carnavales en Bolivia son espacios muy importantes de interacción social donde hay un intercambio cultural y se van reforzando tradiciones y lo que queremos es evitar que la violencia se normalice en estas festividades tan tradicionales, que son cuando más se disparan los casos de violencia hacia la mujer», explica a Efeminista Libertad Martinez, especialista en comunicaciones de Pro Mujer.
En varias ciudades del país andino, añade Martinez, se realizan desfiles y se rinde tributo a las cosechas. De hecho, uno de estos eventos, el Carnaval de Oruro, es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. «Queremos que estos espacios conserven ese sentido de alegría, celebración y de encuentro y que no se conviertan en un escenario de violencia. Para muchas mujeres y familias enteras el carnaval no es una época segura en la que pueden celebrar», afirma.
La campaña se activará a través de mensajes en redes sociales, pero también de forma presencial, ya que Pro Mujer y ONU Mujeres están capacitando a quienes integran la Asociación de conjuntos folclóricos del Carnaval de Oruro, los protagonistas de las fiestas, pero también estarán presentes durante los días de celebración para dar a conocer a las mujeres los recursos que tienen a su disposición en el caso de ser o conocer a una víctima de violencia.
«Si queremos declarar un carnaval sin violencia tenemos que empezar incluso con los que participan. También vamos a estar recorriendo el carnaval con mensajes para que la gente sepa que hay ayuda. Después del carnaval esta campaña se va a ampliar y esperamos estar en todas las festividades folclóricas que hay en Bolivia», adelanta Martinez.
Uno de los principales programas que Pro Mujer estará promocionando durante el Carnaval es «Mujer Segura», que tiene el objetivo de dar contención y asesoría a mujeres en situación de violencia bajo dos modalidades: atención presencial y una línea gratuita (800-10-2414), nacional, confidencial y activa las 24 horas del día. Desde su creación en 2020, la línea recibió más de 11.231 llamadas y se ofrecieron más de 2.800 sesiones de orientación y acompañamiento.
«Nosotras recibimos aproximadamente 300 llamadas al mes, por lo que creemos que las cifras oficiales de agresiones a mujeres que se registraron en el carnaval pasado podría ser incluso el doble, porque son solo las que se atreven a denunciar», menciona.
La atención presencial se realiza en las ciudades de La Paz y El Alto, donde Pro Mujer tiene oficinas para recibir a mujeres víctimas de violencia que busquen acompañamiento. En ese lugar se las deriva a centros de salud, centros de apoyo psicológico, con patrocinio legal o a la Fuerza especial de lucha contra la violencia y la Fiscalía.
En su informe anual sobre Derechos Humanos, Human Right Watch ya alertó sobre la situación de las mujeres en Bolivia. Señaló que la violencia de género y la violación de derechos sexuales y reproductivos siguen siendo problemas muy graves.
«Las mujeres y niñas siguen estando expuestas a un alto riesgo de violencia en Bolivia. La fiscalía registró más de 51.000 denuncias de violencia doméstica en 2022, incluyendo 94 feminicidios y entre enero y septiembre de 2023 hubo 65 feminicidios. Además, la Defensoría del Pueblo denunció el manejo ‘discrecional’ de los casos por tentativa de feminicidio, lo que resulta en la imputación de los presuntos agresores por cargos menos graves», señaló la organización.
Una realidad que Libertad Martinez confirma. «En Bolivia aún existen prácticas y estereotipos de género. Todavía la mujer está supeditada a las decisiones del hombre, se mantiene esa desigualdad y esa visión y esa mirada de que las mujeres realmente están en una posición mucho menor que la de los hombres. Esto se vive permanentemente. Todavía tenemos brechas de género, salariales, problemas en el acceso a la salud sexual y reproductiva. Para que tengan una idea, una mujer que se quiere hacer una ligadura de trompa para no tener mas hijos necesita la autorización del cónyuge o de la pareja», lamenta la especialista.
Y aunque no niega que ha habido un avance con la promulgación de una ley específica para prevenir la violencia contra la mujer, aún hay deudas en la «implementación estructural» que impiden que las mujeres salgan del círculo de la violencia.
«Todavía estamos tratando de incidir para que haya más centros de salud específicamente para mujeres, que se cuente con centros de apoyo psicológico para mujeres, que puede existir este patrocinio legal, porque hay muchas mujeres que tienen miedo a denunciar porque creen que les pueden quitar a sus hijos. Hay muchas otras complicaciones que le vienen a la cabeza a una mujer cuando quiere salir (de la violencia). Entonces si bien se han hecho esfuerzos en Bolivia con esta ley, todavía tenemos que desarraigar prácticas y fortalecer a instituciones que puedan encargarse de este problema», concluye.