Can a batterer be rehabilitated? More than 6,000 men have left the cycle of violence

Erbol

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2.3.2024
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In one of his first group therapies in the Men of Peace program, Ronald broke down and admitted that he was violent. At first, he showed resistance and even asked: "I'm not crazy, why did they send me here". Day after day, and after listening to the testimonies of 11 other men denounced for domestic violence, he dared to tell the truth and revealed that he had mistreated his wife and children.

“No estoy contando la historia completa. Yo llegaba del trabajo enojado y lo que hacía normalmente era gritar”, dijo Ronald y comenzó a contar cómo llegó a ser denunciado por violencia intrafamiliar por su esposa. Desde el día que reconoció que tenía un problema, asistió a todas las terapias, concluyó el programa, recuperó a su familia y retomó sus proyectos. Hoy, resalta que gracias a las terapias dejó de ser un hombre violento y se convirtió en un hombre de paz.

Para Germán Siles Heredia, director general de Hombres de Paz, dependiente de la Fundación Voces Libres, la historia de Ronald es un ejemplo de los resultados que alcanzan las terapias y una razón para seguir adelante con este programa. “Hay muchos testimonios parecidos”, explica y aclara que existe una cifra mínima de reincidencia.

Y es que desde su creación, hace siete años, el programa Hombres de Paz atendió a 6.300 varones y de ese total la cifra de reincidencia es mínima, según un estudio que realizó el año pasado el director. “Estoy hablando de unos 20 casos que han reincidido del total de los 6.300”, asegura Siles. Esta cifra equivale al 0,32%.

Además de realizar un seguimiento de los casos, esta institución identifica los casos de reincidencia porque los varones vuelven a Hombres de Paz, suman una nueva denuncia en la Fiscalía después de cerrar un primer caso o llaman desde la cárcel para canalizar las terapias.

Los otros varones que concluyeron las terapias en Hombres de Paz, es decir 6.280, no han reincidido, destaca su director. Además, ningún caso ha llegado a feminicidio.

El origen de todo

Hombres de Paz comenzó a funcionar desde hace siete años y nació bajo el objetivo de encontrar la respuesta a la pregunta de cómo prevenir más hechos de violencia contra la mujer, a partir de trabajar con los principales promotores de estos delitos: los hombres.

“Hicimos un análisis coyuntural y situacional, también vimos las coordinaciones intersectoriales que tenemos con otras instituciones. (Vimos entonces que) muchos han focalizado su atención -desde la promoción de la Ley 348 (Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida libre de Violencia), hace 10 años atrás- al trabajo con mujeres”, asegura Siles.

Según el especialista, al atender a las mujeres sobrevivientes de violencia y a las familias, servicio que realiza la Fundación Voces Libres, se dieron cuenta de un hecho importante. “(Lo que) buscaban con la denuncia era de que su esposo cambie, lo que buscaban con la cárcel era de que su esposo salga y sea un nuevo hombre o nueva persona, pero ese cambio no es posible sólo con la sanción o con decirle: ‘te he denunciado’, sino que tiene que haber un trabajo terapéutico con estos hombres”, explica.  

“Hombres de Paz se constituye y hace este trabajo de brindar un servicio de terapia psicológica especializada a los varones. (Con todo esto) buscamos básicamente generar cambios en sus formas de pensar, sentir y actuar para que ellos puedan reflexionar y puedan deconstruir su construcción social-cultural”, asegura Siles, en referencia a que este programa muestra a los agresores “cómo se pueden relacionar con el otro género y resolver sus problemas de la mejor manera, sin acudir a la violencia”. “Nuestros avances se han ido marcando con los testimonios”, agrega.

En la actualidad, Hombres de Paz tiene centros terapéuticos en las ciudades de Cochabamba, La Paz y Potosí. Los equipos están conformados por psicólogos clínicos y especialistas en el área social.

El centro terapéutico en La Paz se instaló hace dos años. “Al principio, la idea era trabajar de la misma manera que hacían en Cochabamba o en Potosí, pero la realidad de La Paz es distinta. Es casi la misma potencia que Santa Cruz, porque en La Paz hay muchos casos. Sólo hay que recordar que en 2023 se registraron 22.000 denuncias de violencia intrafamiliar. Es harto”, sostiene el coordinador regional del Proyecto Hombres de Paz de La Paz, Jesús Calle.

Para la feminista, activista y periodista, Patricia Flores, la iniciativa del centro terapéutico Hombres de Paz es, sin duda, un paso fundamental en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. “Esta perspectiva encuentra su base en la convicción de que para abordar de manera efectiva esta problemática y trabajar con los hombres, porque también ellos son víctimas de un sistema violento y cruel como el patriarcado y desmantelar las estructuras machistas que han sido internalizadas a lo largo de milenios”, dice.

Flores explica que “la idea errónea de que el hombre debe ser fuerte, no llorar y mantener una apariencia de poder constante ha contribuido a la construcción de masculinidades tóxicas”. “La masculinidad tóxica es un conjunto de mandatos sociales que perpetúan la violencia, la dominación y el ejercicio del poder a través de la fuerza. Este enfoque crea un círculo vicioso en el que los hombres son socializados para reprimir sus emociones, utilizar la violencia como medio de control y mantener un estatus de superioridad”.

Cada año, los delitos de la Ley 348 (Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia), van en aumento. En 2022 se registraron 51.401 casos, mientras que en el 2023 la cifra cerró con 51.770, lo que refleja un incremento de 369, de acuerdo con un informe del Ministerio Público.

Según el fiscal general del Estado, Juan Lanchipa Ponce, de los 51.770 casos, el delito más denunciado a nivel nacional es el de Violencia Familiar o Doméstica con 39.096. Le siguen Abuso Sexual con 3.866, Violación con 2.999, Violación de Infante, Niño, Niña o Adolescente con 2.803, Estupro con 1.782, Acoso Sexual con 366, Substracción de un Menor o Incapaz con 356 y Violencia Económica con 149, entre otros.

Tres grupos

¿Quiénes se benefician con el programa Hombres de Paz? Se dividen en tres grupos: los varones derivados de la Fiscalía y los Juzgados tras ser acusados del delito de violencia familiar (Artículo 272 bis Código Penal de Bolivia); los referidos por los servicios legales integrales municipales (SLIM) de acuerdo con un convenio; y los que acuden voluntariamente y que admiten que enfrentan problemas de relación conyugal por la violencia.

Este programa brinda terapia específicamente a hombres que incurrieron en la comisión del delito de violencia intrafamiliar. “No tratamos otras tipologías como estupro, abuso sexual y feminicidios, sólo nos enfocamos en la 272”, explica el director Siles.

“Todo nuestro abordaje está orientado a generar cambios significativos en sus vidas y que estas personas sean nuestros portavoces afuera, porque si transformamos a un hombre, estamos logrando que sus hijos ya no repliquen esos comportamientos. Quizá así podremos tener una generación sin estos comportamientos trágicos, como quitar la vida de un ser querido, que es una esposa, una mamá o una hija”, añade.

Unos llegan por orden judicial como una sanción alternativa y si incumplen, se revocan las medidas, incluso podrían ingresar a la cárcel. Otros llegan por orden fiscal como medidas de protección, son denunciados y mientras se investigan los casos, tienen que asistir a terapia.

El coordinador regional del Proyecto Hombres de Paz de La Paz, Jesús Calle, detalla que la fundación Voces Libres tiene un convenio interinstitucional con el Tribunal Departamental de Justicia. “Ellos nos derivan los casos con requerimiento fiscal, ya que el artículo 272 del Código Penal indica las medidas de protección, en las cuales la autoridad puede solicitar que la persona denunciada pase por los Centros de Rehabilitación para comportamientos agresivos. El artículo 31 de la Ley 348 (Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida libre de Violencia) también indica aquello”, indica.

Calle aclara que la terapia no suplanta la pena. “Eso tenemos que informar a los usuarios, porque ellos dicen: cumplo y ya, soy inocente y no es así la terapia no es forense, la terapia es otra cosa”, asegura.

En el caso del grupo de los voluntarios, el director Siles destaca que llegaron al programa “luego de escuchar sobre Hombres de Paz en los medios de comunicación y las redes sociales”. “Ellos han decidido hacer terapia y han vuelto a sus familias, a su entorno familiar y laboral. Han visto que estar efectivamente en Hombres de Paz, cinco o seis meses, 18 o 24 sesiones, les ha ayudado a construir su vida”, comenta.

“Esto a nosotros, nos da una mayor convicción de seguir con el programa porque lo que básicamente Hombres de Paz busca es aumentar la seguridad y bienestar de las familias, es decir si transformamos la mentalidad de un hombre agresor o un hombre que ejerce violencia, por ende, estamos protegiendo a una mujer. Lo que queremos es que no vuelva a reincidir y no vuelva a cometer este delito, ya sea con la ex pareja o con la nueva pareja”, agrega Siles.

La normativa

Con el objetivo de aportar en la rehabilitación de los agresores, en aplicación del artículo 31 la Ley 348 (Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida libre de Violencia), la Fundación Voces impulsó la creación del programa Hombres de Paz. Y con siete años de trabajo se ha convertido en una institución pionera en dar atención psicológica a los hombres violentos.

Según el artículo 31 de la Ley 348, “la rehabilitación de los agresores, por orden de la autoridad jurisdiccional competente, será dispuesta por orden expresa, con el objetivo de promover cambios en su conducta agresiva. La terapia no sustituirá la sanción impuesta por los hechos de violencia”.

La norma establece que los servicios de rehabilitación podrán organizarse mediante acuerdos intergubernativos, tanto el área urbana como rural, en centros ya existentes o donde el agresor cumpla una sanción penal. Además, los responsables de estos servicios deberán reportar el inicio, el cumplimiento o incumplimiento del programa o terapia por parte del agresor a la autoridad jurisdiccional competente y al Sistema Integral Plurinacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia en razón Género (SIPPASE).

La directora de la Casa de la Mujer en Santa Cruz, Ana Paola García, explica que el artículo 31 de la Ley 348 apunta también a implementar los servicios de rehabilitación tanto en espacios urbanos como rurales, en el ámbito urbano rural a través de programas metodologías comunitarias, pero la verdad es que ni siquiera se ha logrado cumplir con los servicios de recuperación integral y de reparación integral del daño hacia las mujeres.

“No contamos con servicios públicos para atender los temas de la salud mental, de las secuelas que dejan los hechos de violencia. No contamos con los espacios públicos que garanticen procesos para que las mujeres accedan a terapias psicológicas que vayan direccionado a curar o sanar de manera integral las heridas que provoca la violencia. Y mucho menos se tienen centros donde se dé la rehabilitación para agresores de manera gratuita y de manera pública”, dice García.

Para el exdirector de Régimen Penitenciario, Ramiro Llanos, los servicios de rehabilitación para los hombres que guardan detención por violencia intrafamiliar en los penales del país son casi nulos. Explica que, al contrario de mejorar la conducta de los varones, en los penales ellos se están volviendo más violentos.  

“Estamos formando monstruos. Alguna vez yo lo he dicho: una ley contra la violencia supuestamente sanciona a los violentos llevándolos a prisión, pero nuestras cárceles son violentas”, sostiene Llanos y cuenta que, en los reclusorios, “la forma de sobrevivir es ser violento”.

“Lamentablemente, la gente cree que lo mejor es meter a la persona a la cárcel, pero ahí no hace ningún tipo de terapia. Al contrario, lo que ocurre es la reincidencia, sale y vuelve a golpear a su pareja”, asegura.

¿Cómo funciona?

El programa Hombres de Paz ofrece terapias psicológicas individuales y grupales, terapias alternativas y seguimiento social a familiares de casos atendidos, entre otros servicios.

A través de las terapias psicológicas grupales, según Siles, se crea un espacio para “reflexionar y cuestionar todo lo que les afecta a los participantes, todos los comportamientos que han hecho para llegar a Hombres de Paz, pero a la vez se les muestra cómo todo eso afecta en la vida de su pareja y de sus hijos, cómo afecta en su vida social, laboral y civil, se muestran todas las consecuencias cuando un hombre ejerce violencia”.

Esta dinámica de trabajo funciona a partir de una de las principales misiones del programa: un beneficiario “tiene que irse con algo, con una semilla en su pensamiento y en su forma de ser, de que lo va a pensar dos veces antes de volver a cometer el mismo error”.

Y es que en las sesiones no sólo hablan de la importancia del buen trato y las características de la Ley contra la violencia hacia las mujeres, también se refieren a los beneficios de la terapia. “Es decir qué yo gano sí cambio y en qué me perjudica si sigo sosteniendo estas conductas”, explica Siles.

Para los especialistas de este programa, es importante que los hombres entiendan que la terapia psicológica no es una sanción, sino que “es una alternativa, una segunda oportunidad para que ellos y su entorno familiar puedan mejorar”. Así lo entendió Ronald.

Las sesiones son una vez a la semana, cada una dura dos horas. Los grupos son abiertos y son de 12 personas.

En las terapias, un beneficiario puede escuchar las historias de otros 11 hombres. Para los especialistas, esta dinámica es clave porque en el grupo hay unos que ya llevan 10 sesiones o otros que son más nuevos.

¿Cómo funciona esa dinámica? En una sesión, Juan les dice a sus compañeros: ´si ustedes siguen mi camino, terminarán en la cárcel, yo pensaba igual que ustedes, golpeaba a mi esposa porque pensaba que era de mi propiedad, eso está mal’.

De acuerdo con Siles, “esos testimonios de vida hacen que los otros reconozcan que tienen un problema”. Además de eso, se busca que asuman las responsabilidades de reparar, eso significa que puedan ver las cosas de manera diferente.

Para la feminista y activista, Patricia Flores, la iniciativa de Hombres de Paz busca desentrañar estos patrones nocivos al ofrecer un espacio terapéutico que fomente la reflexión, la deconstrucción de roles de género y el aprendizaje de masculinidades no tóxicas. “Al trabajar con los hombres, se busca no solo cambiar comportamientos individuales, sino transformar las estructuras culturales y sociales que perpetúan la violencia de género”.

“La participación activa de los hombres en este proceso de cambio es esencial para construir una sociedad más equitativa y libre de violencia. El compromiso entre hombres y mujeres en la lucha contra la violencia de género es un paso indispensable hacia la construcción de una cultura basada en el respeto mutuo, la igualdad y la comprensión de que todos los seres humanos, independientemente de su género, merecemos vivir libres de violencia y discriminación”, explica Flores.

En la actualidad, Hombres de Paz tiene 24 grupos terapéuticos en Cochabamba, cada uno atiende en promedio a 15 personas. En La Paz tienen un número similar y en Potosí cuentan con 12 grupos.

El número promedio de las sesiones es 24, pero si el psicólogo ve que el participante pone de su parte, muestra predisposición y quiere mejorar su vida, tiene la posibilidad de salir antes del programa. Debe asistir a una supervisión que puede ser cada 15 días o mensual.

Los especialistas ofrecen también terapia individual. Este servicio se da especialmente a los hombres que llegan con una distorsión cognitiva de que la mujer es el problema, piensan que ellos son víctimas de la justicia y comienzan a ponerse en una posición de resistencia.

No sólo se trata de cumplir el tiempo de las 24 sesiones que ordenó el juzgado. El equipo de Hombres de Paz hace una evaluación y habla con el beneficiario, le pregunta cómo evalúa su participación en el proceso. En esa charla se le explica que ha cumplido con el número de terapias, pero que su desenvolvimiento no fue el más idóneo.  

“El psicólogo le dirá: ‘vi en las sesiones que no quieres poner de tu parte para que este tema se solucione”. En esa conversación se le informa que el equipo vio por conveniente que él tiene que seguir el tiempo que determinó el juzgado que generalmente es un año. En este caso, debe cumplir porque está en riesgo su libertad.

En Fiscalía, al ser acusados, son enviados a sesiones de dos o tres meses, el tiempo varía. En este grupo, algunos llegan a una conciliación o las parejas presentan el desistimiento, entonces dejan las sesiones por esas circunstancias.

Los voluntarios tienen acceso a 12 o 18 sesiones, no hay un tope. Todo varía de caso en caso, no existe una regla, no es como sacar promociones, no es como aprobar en el colegio y no se da una calificación. Lo que sí se hace es una entrevista de cierre, en la que los varones dan un testimonio de vida sobre cómo han llegado a este proceso y cómo se van. Este paso “da las luces” para decir sí está listo o si necesita quedarse más tiempo.

El seguimiento

El equipo de Hombres de Paz corrobora cada caso con la visita social que consiste básicamente en indagar cómo ha estado el varón en los últimos seis meses o el último año, luego de haber terminado la terapia.

En el seguimiento, el equipo habla con el hombre y con su familia. “Los hemos escuchado, los hemos visto y los hemos ido a visitar a sus casas, muchos nos dicen: ‘ya soy diferente, ya soy un mejor papá, ya soy un mejor esposo y ya soy un mejor hombre’”, cuenta el director Siles.

Muchos varones vuelven o se reconcilian con sus parejas, otros aprenden a respetar la decisión de las exparejas o exesposas que ya no quieren retomar la relación y siguen con su vida.

El desafío

En siete años, Hombres de Paz atendió 6.300 hombres. De este número, el 50% fue derivado de Fiscalía, el 40% fue enviado de los Juzgados y el 10% fue de forma voluntaria.

Los casos de juzgados van en incremento y estos hombres que cometieron el delito ven al programa como una segunda oportunidad, saben que, si incumplen, se pueden revocar las medidas de detención.  

Para Siles, el desafío es incrementar el porcentaje del grupo de voluntarios. “Si este 10% fuese un 40%, estaríamos hablando de un gran avance porque lo que se quiere es que los hombres no lleguen a estos extremos. Si un hombre viene de forma voluntaria es porque está teniendo problemas de discusiones (…)”, dice.

Al dar el primer paso, es decir al reconocer que tiene un problema, el hombre tiene la posibilidad de acceder a un psicólogo, quien le dará las habilidades y las herramientas para reflexionar y analizar su situación. “Las posibles soluciones están en él, si él reconoce que es el problema, podrá cambiar”, concluye.

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