La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por su sigla en inglés) aprobó la primera pastilla anticonceptiva que se venderá sin receta médica, un hito que podría ampliar el acceso de las mujeres a la anticoncepción en el país. La píldora –cuyo nombre comercial es Opill– estará disponible en farmacias, comercios y supermercados, así como para su venta en internet, según anunció la FDA en un comunicado. La compañía que la fabrica, Perrigo, con sede en Dublín, aseguró que la venta comenzará a principios de 2024.
“La aprobación de hoy marca la primera vez que un anticonceptivo oral diario sin receta será una opción disponible para millones de personas en Estados Unidos”, dijo a la prensa Patrizia Cavazzoni, directora del Centro de Evaluación e Investigación de Medicamentos de la FDA. Agregó que “cuando se usa según las indicaciones, la anticoncepción oral diaria es segura y se espera que sea más eficaz que los métodos anticonceptivos sin receta actualmente disponibles para prevenir embarazos no deseados”, tales como los preservativos, los espermicidas y otras opciones que se venden sin prescripción. Las indicaciones establecen que, para que sea efectiva, la pastilla tiene que tomarse todos los días a la misma hora.
Opill podría ser especialmente útil para mujeres jóvenes, adolescentes y personas que tienen dificultades para lidiar con el tiempo, los costos o los obstáculos logísticos que implica asistir a una consulta médica para obtener una receta, señalaron expertas en salud reproductiva tras conocer la noticia, en declaraciones consignadas por The New York Times.
Si bien la venta de la pastilla de forma libre y sin límites de edad garantiza que el acceso sea más amplio, todavía no se sabe cuál será el precio, un dato clave para determinar cuántas mujeres realmente podrán comprarla. La compañía dijo que esa información se conocerá en los próximos meses, aunque Frédérique Welgryn, la vicepresidenta global del departamento de salud de las mujeres de Perrigo, ratificó en un comunicado el compromiso de que sea un método anticonceptivo “accesible y asequible para mujeres y personas de todas las edades”.
Casi la mitad de los 6,1 millones de embarazos que se producen al año en Estados Unidos son no deseados, recuerda la FDA en el comunicado, y advierte que son embarazos que pueden derivar en “resultados maternos y perinatales negativos”, como “la reducción de la probabilidad de recibir atención prenatal temprana y un mayor riesgo de parto prematuro, con resultados adversos asociados para la salud neonatal, infantil y del desarrollo”. En ese sentido, apunta que “la disponibilidad de Opill sin receta puede ayudar a reducir la cantidad de embarazos no deseados y sus posibles impactos negativos”.
La decisión de la FDA llega en un momento en que Estados Unidos asiste a una embestida sin precedentes contra los derechos sexuales y reproductivos, especialmente después de la sentencia de la Suprema Corte de Justicia que el año pasado anuló Roe vs. Wade y, así, eliminó el derecho constitucional al aborto en todo el país.
Planned Parenthood, organización referente en materia de salud reproductiva, dijo que la aprobación de Opill supone “un momento histórico para la equidad en la salud, la salud sexual y los derechos reproductivos”, y celebró que la FDA haya demostrado que “sigue la ciencia y elimina una barrera innecesaria para acceder a la atención médica básica”. La organización aclaró que la medida “no es una solución a los continuos ataques al acceso al aborto y la salud sexual y reproductiva” en el país, pero reconoció que el acceso a los anticonceptivos “es una parte fundamental de la protección” de la libertad reproductiva, sobre todo mientras sigue habiendo estados que “continúan redoblando sus impopulares prohibiciones y restricciones del aborto”.
Por su parte, la presidenta de la organización Ibis Reproductive Health, Kelly Blanchard, dijo a Los Angeles Times que se trata de “una verdadera transformación en el acceso a la anticoncepción”. “Esperamos que esto ayude a la gente a superar esas barreras que existen ahora”, agregó.
Aunque los grupos contrarios al aborto han señalado que no se oponen a los anticonceptivos, nada asegura que la ola anti derechos sexuales y reproductivos no incluya en algún momento la anticoncepción. De hecho, la sentencia que derogó Roe vs. Wade incluía una opinión separada de uno de los jueces más conservadores de la Suprema Corte, Clarence Thomas, en la que sugería a los demás magistrados revisar el fallo que avaló el uso de anticonceptivos en 1965, además de otros casos como el que legalizó el matrimonio igualitario o uno anterior que puso fin a la prohibición de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo.